Música para camaleones

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«Música para camaleones», un libro que Truman Capote presenta como una obra de literatura documental, bucea con implacable lucidez en la poesía y el horror de la vida; es el espléndido resultado de una necesidad de comunicación directa entre lector y materia narrativa, que Truman Capote buscó febrilmente para conseguir una escritura «sencilla y límpida como un arroyo de montaña». Una prosa en la que pudiera mantenerse al margen del tema tratado, sin influir con su estilo, juicios y opiniones. En palabras suyas: hacer del lector un observador o, mejor aún, el testigo de una experiencia verdadera que, contada bajo tal óptica, resultará mucho más subyugante que si el autor la interpretase al modo clásico. El libro, dedicado a Tennessee Williams y antecedido por un prefacio de Truman Capote, está dividido en tres partes. En primer lugar, seis breves piezas iniciales de magistral concepción y ejecución. Luego, una novela corta,»Ataúdes tallados a mano», lleva a sus últimas consecuencias el enfoque testimonial de «A sangre fría» y relata la espeluznante historia de Quinn, un psicópata solipsista que se dedica a asesinar macabramente a los jurados que en un juicio han votado en su contra. Finalmente, siete Conversaciones y retratos, entre los cuales destacan el magistral texto en el que Capote acompaña a una asistenta en «un día de trabajo» limpiando domicilios, la estremecedora entrevista a un maníaco asesino recluido en San Quintín, la agridulce y famosa semblanza de Marilyn Monroe y, desde luego, el desgarrador autorretrato del autor y su imaginario gemelo, en el que afirmó: «Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio.»

Fuente: Editorial Anagrama

En el prefacio de Música para camaleones Truman Capote habla sobre el proceso de escritura y de cómo reflexionó sobre su estilo y lo depuró hasta la “limpieza narrativa” y sencillez de los relatos de este libro.

Y las reflexiones de La Audacia de Aquiles : «En los  relatos incluidos en este libro, Capote recorre todos los registros musicales del arte de narrar, que en él parece ser un arte de la fuga, nunca estable, que fluye y se mimetiza con diferentes colores. Capote crea aquí una composición musical que es también la melodía de su propia literatura, una especie de música que es digna de ser escuchada y que nos atrapa, como si fuéramos también nosotros, camaleones».

 

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